Mi historia de supervivencia al cáncer de mama

 

Mi viaje de supervivencia al cáncer de mama: Quiero brindarte esperanza y resiliencia

Introducción: Esa frase que nunca estarás preparada para recibir.

Nunca pensé que sería una de esas personas que escuchan las palabras “tienes cáncer”. Pero ahí estaba, sentada en la consulta del médico, con el corazón latiendo a mil por hora y la mente en blanco. Mi nombre es Bertha, y esta es mi historia de cómo enfrenté y superé el cáncer de mama.

 

Capítulo 1: … De pronto comenzó un viaje vertiginoso de incertidumbre, sentimientos y miedos.

Todo empezó una mañana de martes, lo recuerdo bien, precisamente un octubre cuando de tanto ver el “bombardeo” de información me animé a realizarme una rutina de autoexploración.

Ya había leído sobre la importancia de realizarse autoexámenes mensuales, primero por instrucción médica y después por que en todos lados no paraba de leer la importancia de hacerlo regularmente.

Ese martes, noté un pequeño bulto en mi seno derecho. Al principio, no le di mucha importancia, pero algo en mi interior me decía que debía revisarlo (esos pensamientos que a veces prefieres bloquear). Sin embargo y en contra de mis miedos fui a cita con mi médico familiar, ella me recomendó realizarme una mamografía y en ese momento comenzó el viaje a tomar velocidad.

Al revisar los resultados me solicitaron realizarme una biopsia, los temores comenzaron a invadir mi mente. Por más que trataran de tranquilizarme, algo me decía que la situación no andaba bien.

 

Capítulo 2: … El diagnóstico

Recuerdo el día del diagnóstico como si fuera ayer. Mi doctora entró al consultorio con una expresión seria y me dijo sin rodeos (lo cual agradezco pues habría muerto de ansiedad si le hubiera dado muchas vueltas): “Bertha, los resultados de los análisis indican que tienes cáncer de mama”.

Sentí que el suelo se abría bajo mis pies. Las lágrimas comenzaron a rodar por mis mejillas y un grito ahogado se atoró en mi garganta mientras intentaba procesar la noticia. ¿Cómo podía ser? Siempre había llevado un estilo de vida saludable, sin antecedentes familiares de cáncer. Pero ahí estaba, enfrentando una realidad que nunca imaginé.

 

Capítulo 3: … El tratamiento

Para este momento, mi refugio fue mi familia, hubieron días que no quería hablar con nadie y al mismo tiempo quería hablar con todos. Quería que me abrazaran pero al mismo tiempo quería estar sola… Tiempo después me enteré que estaba viviendo un duelo: “Mi antigua Yo estaba cambiando”.

Pero bueno, había que seguir adelante y el tiempo apremiaba, por lo que el siguiente paso fue decidir el plan de tratamiento. Aquí comenzó el contacto con otros especialistas.

El oncólogo me explicó las opciones que tenía disponible mi caso específico (consejo para ti que me lees, cada caso es diferente, así que no te me malvibres):  el menú para mi era, cirugía, quimioterapia, radioterapia y terapia hormonal. Optamos por una mastectomía parcial (te quitan el tumor y un poco del tejido alrededor, sin quitar todo el seno) seguida de quimioterapia y radioterapia. Sabía que sería un camino difícil, pero ya para este momento no me podía echar para atrás. Estaba decidida a luchar con todas mis fuerzas.

La cirugía

Despertar en la sala de recuperación y ver mi cuerpo diferente y maltrecho fue un golpe emocional. Opté por una mastectomía parcial, donde se extirpó el tumor y parte del tejido circundante. La recuperación fue dolorosa, no te lo puedo mentir, pero sabía que era un paso crucial para mi curación. La frase: “Un día a la vez” se volvió mi mantra diario.

Quimioterapia

La quimioterapia fue aún más desafiante. Los efectos secundarios fueron devastadores: náuseas a toda hora, nada me caía en la panza, nada tenía sabor, fatiga extrema. Quizás lo menos importante pero para mi lo más duro: la pérdida de cabello. Hubo días en los que apenas podía levantarme de la cama. La quimioterapia se administraba en ciclos, y cada sesión parecía más difícil que la anterior. Sin embargo, cada vez que me sentía derrotada, pensaba en mi familia, mis hijas y amigos, en todas las personas que me apoyaban y junto a Dios me daba fuerzas para seguir adelante.

Radioterapia

Después de la quimioterapia, comencé con la radioterapia. Este tratamiento se basaba en rayos de alta energía para destruir las células cancerosas que pudieran haber quedado después de la cirugía. La radioterapia se realizaba cinco días a la semana durante varias semanas. Aunque no era tan agotadora como la quimioterapia, la radioterapia me dejaba fatigada y con enrojecimiento en la piel.

Terapia Hormonal

La luz al final del túnel comenzaba a verse. Finalmente, mi tratamiento incluyó terapia hormonal. Dado que mi cáncer era receptor de hormonas positivo, los medicamentos hormonales ayudaron a reducir el riesgo de recurrencia. Te explico, estos medicamentos bloquean las hormonas que pueden alimentar el crecimiento del cáncer. Aunque los efectos secundarios incluían sofocos y cambios de humor, sabía que era una parte esencial de mi tratamiento.

 

Capítulo 4: … No estás sola

No podría haber superado esta batalla sin el increíble apoyo de mi familia, amigos y muchas compañeras de lucha que conocí en este camino. Mi esposo, fue mi roca. Estuvo a mi lado en cada cita médica, cada sesión de quimioterapia, cada noche de insomnio. Mis hijas, aunque pequeñas, entendieron que mamá estaba enferma y necesitaba su amor y comprensión. Mis amigos organizaron una red de apoyo, llevándome comidas, ayudando con las tareas del hogar y simplemente estando ahí para escucharme.

También encontré un gran apoyo en grupos de sobrevivientes de cáncer de mama. Conocer a otras mujeres que habían pasado por lo mismo me dio una perspectiva y una esperanza renovadas. Compartir nuestras historias, miedos y victorias fue terapéutico y me hizo sentir menos sola en esta lucha.
 

Capítulo 5: … La luz al final del túnel

Después de meses de tratamiento, finalmente llegó el día en que mi oncólogo me dijo que estaba en remisión. Dijera Will Smith: ” A ese momento le llamo felicidad total”. Fue un momento de alegría indescriptible. Había superado el cáncer, pero sabía que la recuperación no terminaba ahí. La terapia física y emocional se convirtieron en parte de mi rutina diaria. Aprendí a aceptar mi nuevo cuerpo y a encontrar belleza en mis cicatrices. Cada cicatriz era un recordatorio de mi fuerza y resiliencia.

La recuperación también implicó cambios en mi estilo de vida. Adopté una dieta más saludable, incorporé el ejercicio regular y practiqué técnicas de manejo del estrés como el yoga y la meditación. Estos cambios no solo me ayudaron a sentirme mejor físicamente, sino que también fortalecieron mi bienestar emocional y la fuerza de mi espíritu.

 

Capítulo 6: …Reflexiones y lecciones aprendidas

Mirando hacia atrás, me doy cuenta de cuánto he aprendido, cuán afortunada soy y crecido a través de esta experiencia. El cáncer de mama me enseñó a valorar cada día, a no dar nada por sentado y a apreciar las pequeñas cosas de la vida. Aprendí la importancia de la autoexploración y de estar atenta a los cambios en mi cuerpo. También entendí que pedir ayuda no es una señal de debilidad, sino de fortaleza.

Una de las lecciones más importantes que aprendí es la importancia de la detección temprana. Si no hubiera realizado ese autoexamen, mi historia podría haber sido muy diferente. Animo a todas las mujeres a realizar autoexploraciones regulares y a programar mamografías según las recomendaciones de sus médicos. La detección temprana puede salvar vidas.

 

Capítulo 7: Mi esperanza es para ti…

A todas las mujeres que están luchando contra el cáncer de mama, quiero decirles que no están solas. Sé que el camino es difícil y lleno de incertidumbre, pero hay luz al final del túnel. Rodéense de personas que las amen y apoyen, y no tengan miedo de pedir ayuda. Cada día es una oportunidad para luchar y avanzar hacia la recuperación.

A las sobrevivientes, quiero felicitarlas por su valentía y fortaleza. Ustedes son una inspiración para todas nosotras. Sigamos compartiendo nuestras historias y apoyándonos mutuamente. Juntas, somos más fuertes.

Mi viaje de supervivencia al cáncer de mama ha sido una montaña rusa de emociones, desafíos y victorias. Aunque nunca habría elegido este camino, estoy agradecida por las lecciones que he aprendido y por las personas increíbles que he conocido en el camino. Hoy, vivo con una nueva perspectiva y una apreciación más profunda por la vida. Cada día es un regalo, y estoy decidida a vivirlo al máximo.

Gracias por leer mi historia. Espero que pueda inspirar y dar esperanza a quienes están enfrentando esta batalla. Recuerden, no están solas. Juntas, podemos superar cualquier obstáculo.

Te quiero y te abrazo

Bertha.

 

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